El análisis del discurso o lo que las máquinas no pueden hacer
Un fascinante proyecto de investigación que llevé a cabo recientemente me trajo buenos recuerdos de mi época de estudiante en la Universidad de Ottawa, tanto en la licenciatura como en los estudios de posgrado: en la licenciatura, las muchas horas que pasé devorando el manual de iniciación a la traducción inglés-francés La traduction raisonnée, de Jean Delisle. En la maestría y el doctorado, los seminarios semanales de teoría de la traducción, entre ellos uno que se llamaba Discurso y traducción.
En este último, a menudo tratábamos el análisis del discurso y su interés en la teorización y la práctica de la traducción. De hecho, se trata del mismo tema que interesó a Jean Delisle en su tesis doctoral (“L’analyse du discours comme méthode de traduction“), que más tarde dio lugar a la primera edición de La traduction raisonnée. Hoy, doce años después de la publicación de la tercera y última edición, el manual merece una relectura en la era de la traducción automática neuronal (TAN) y la inteligencia artificial (IA) para poner en perspectiva el concepto de “traducción razonada” (Zapata, 2024).
¿Pueden las máquinas razonar, es decir, analizar el discurso con el fin de traducir correctamente? El título de este artículo revela la respuesta: ¡para nada! Al menos, esa es la respuesta más sincera… aquí y ahora.

A mis colegas apasionados por las palabras, los idiomas, el arte de la traducción y las tecnologías lingüísticas, les ofrezco en este artículo una visión general del análisis del discurso. En esta era de la tradumática, la TAN y la IA, en la que se habla a menudo y sobre todo ya sea de la posibilidad o de la imposibilidad de sustituir a los profesionales del lenguaje por máquinas, me parece pertinente y esencial exponer este concepto. El análisis del discurso aplicado a la traducción es especialmente útil cuando se trata de textos complejos que requieren una comprensión matizada. Al examinar el discurso que rodea al texto, los artistas de la traducción pueden identificar las estrategias retóricas, las referencias culturales y los grandes temas esenciales para la interpretación del texto original y la objetivación de la traducción.
El discurso y su análisis: ¿qué opinan los expertos?
Entre otras definiciones, el diccionario de la RAE nos proporciona la siguiente definición de discurso:
Ling. Lenguaje en acción, especialmente el articulado en unidades textuales.
Estudiosos como Phillips y Hardy desarrollan el concepto en su obra Discourse Analysis publicada en 2004. Lo que se desprende de su análisis es que los discursos se materializan y se implementan en una variedad de textos de diversas formas (lenguaje escrito o hablado, imágenes, símbolos, artefactos, etc.). Según estos autores, los textos no tienen ningún sentido cuando se consideran de forma aislada: el sentido surge más bien de su interrelación con otros textos, de los diferentes discursos en los que se basan y de la naturaleza y el espacio-tiempo de su producción, difusión y consumo. Así, el análisis del discurso consiste en explorar la forma en que estos procesos hacen surgir el sentido de los textos y cómo esta producción de sentido contribuye a construir la realidad social. El análisis del discurso se interesa, por lo tanto, en los efectos constructivos del discurso a través del estudio estructurado y sistemático de los textos.
En resumen, hablar de discurso es ir más allá del concepto de texto. Analizar el discurso es mirar más allá de la superficie de un texto: una tarea difícil de automatizar.
No hay nada mejor para entender cosas complejas que ejemplos sencillos
Permítanme ilustrar el concepto de análisis del discurso con dos ejemplos:
- “…[w]e have never been just a collection of blue states and red states…”
- — ¡Qué calor el que hace! ¿Verdad?
— ¡Y mucho!
La frase del ejemplo n.º 1, tomada de forma aislada, no vehicula ningún significado si no se conoce el espacio-tiempo (el aquí y el ahora) en el que se articula. ¿Quién es el sujeto (we)? ¿De qué “collection of states” se está hablando? ¿Y qué hay de esa historia de los colores azul (blue) y rojo (red)? Solo cuando nos enteramos de que la frase fue pronunciada por Barack Obama en Chicago en noviembre de 2008, podemos “ir más allá” de la superficie del enunciado y comprender cada uno de los elementos (es decir, que “we” se refiere al presidente electo y al pueblo estadounidense en ese momento, que la “collection” a la que se refiere son los Estados Unidos, y que los colores azul y rojo hacen referencia a los principales partidos políticos del país: el demócrata y el republicano).
En cuanto al ejemplo n.º 2, si les digo que esta miniconversación tuvo lugar en una parada de autobús en la Patagonia en el mes de julio, ¿se entiende lo mismo que si se ve de forma aislada? De hecho, sabríamos que en realidad hace bastante frío, que los interlocutores hablan en tono sarcástico y que probablemente están descontentos con el invierno.

Si no es evidente para nosotros, ¡mucho menos para las máquinas!
Sin embargo, el análisis del discurso es mucho más que eso. Plantea cuestionamientos sobre los conceptos de “significado” e “intención del autor”, ya que estos nunca son evidentes. En mi opinión, los humanos tenemos la capacidad y los medios para acercarnos lo más posible a “lo que quiso decir el autor”, aunque sea imposible lograrlo, pero las máquinas, sin verdadera capacidad de razonamiento, solo podrán quedarse en la superficie.
Al menos por el momento.
En la actualidad, una máquina no puede comprender realmente por qué Julio Cortázar (1914-1984), escritor argentino del surrealismo y el realismo mágico habría conjugado (conscientemente, podríamos decir) de manera poco convencional los 52 verbos en el cuento Continuidad de los parques, además de haber distribuido cuidadosamente los párrafos y seleccionado las palabras, para así lograr producir en el lector el efecto mágico deseado…
(Continuará…)
